

Te Invito a mi Funeral
Cristóbal Arteaga Rozas
Chile
bestarte@yahoo.com
Trabajé varios años como creativo publicitario en agencias chilenas y españolas. Hace siete años estudié guión en la Universidad Católica de Chile, desde entonces he escrito algunos largometrajes. En 2008 y 2009 gané el fondo de desarrollo de guión de Chile con los largometrajes "Manual de Instrucciones para Olvidar" y "Te invito a mi funeral" bajo la asesoría de Julio Rojas y Coral Cruz (respectivamente). El 2010 escribí los largometrajes "Diez años y un día" y "Construcción de un sonido". El 2011 me trasladé a vivir a Madrid, donde estudié dirección y guión en el Instituto del Cine de Madrid. Allí realicé varios cortometrajes, y escribí y rodé "Faro sin Isla" mi primer largometraje, 100% independiente, y que actualmente empieza a recorrer los festivales del mundo. "El triste olor de la carne " es mi segundo largometraje, estrenado en la sección Forum of independents de Karlovy Vary 2013, ganador de la sección "Resistencias" del Festival de cine Europeo de Sevilla 2013, seleccionado en la sección Límites del Festival de Gijón 2013, mención especial de actuación en el Ourense Film Festival entre otros.
Actualmente trabajo en la "La declaración de los objetos" mi tercer largometraje, en "Te invito a mi funeral" y en "Ave y Nada", un largometraje experimental sobre Adán y Eva en el bosque gallego.
Sinopsis
Manuel Medel es un militar retirado, que vive sólo en el sur de Chile. Su día transcurre entre su hobby de armar barcos a escala y partidas de cartas con una prostituta en decadencia. Un día sufre un desmayo. Luego de realizarse unos exámenes médicos, se le diagnostica un cáncer con metástasis avanzada. El médico le dice que en cualquier momento puede morir.
Manuel quiere acabar con su vida, pero tiene un secreto, una culpa que no le permite morir en paz. Decide afrontarlo.
Hace sus maletas y toma un bus a Tal tal, un puerto salitrero del norte de Chile, para enfrentar su pasado. Lo primero que hace es comprar un ataúd. Luego elige un nicho en el cementerio. Visita una tienda de flores de plástico donde compra flores para la tumba. Por último se junta con un notario al que le da instrucciones para el funeral. Manuel tiene listo el funeral. Ahora le falta conocer a Helena. La busca en Tocopilla, hasta que descubre que tiene un restaurant - casa en muy mal estado. Pero teme a acercarse a ella. No sabe cómo hacerlo.
En una de sus visitas a la iglesia, Manuel, se detiene en la estatua de la Virgen, que está en mal estado. El cura del pueblo le pide si puede ayudarlo a restaurarla. Manuel accede. Día tras día repara la imagen de la Virgen.
Por su parte, Helena comienza su día limpiando la habitación de su marido Pablo, detenido desaparecido por la dictadura de Pinochet. Por las tardes visita un club social donde se junta con otras viudas de la dictadura, comparan experiencias y se apoyan en el dolor. Un día descubre que su restaurant no resiste más descuido. Habla con el cura, que le recomienda a Manuel. Lo van a ver, Manuel pese a la resistencia inicial, termina accediendo. El trato es que él pinta y arregla el restaurant y ella le da comida y alojamiento.
La relación comienza distante, sólo formalidades. Manuel en su mundo terminal y Helena en su congelamiento amoroso. Paulatinamente se van acercando. Manuel la ayuda con las compras. Una que otra vez comparten caminatas por la playa de Tocopilla, estéril de peces, con los pescadores angustiados.
Poco a poco, Helena se abre y le va contando su pasado. Manuel lo intenta pero no puede contar sus secretos. Ambos solitarios empiezan a sentir una atracción, que se manifiesta tierna y torpemente. Manuel logra que Helena empiece a renacer, al igual que su restaurant.
Una noche, Manuel toma la decisión y armándose de valor le confiesa a Helena que él fue el militar que ejecutó a su marido Pablo, treinta años atrás, situación que le produce un ataque de epilepsia que lo lleva a ser internado en el hospital, en estado de coma.
Comienza un proceso judicial que revoluciona Tocopilla. Helena acompaña a la policía a exhumar los restos de Pablo. Mientras espera los restos de su marido, recibe la visita del notario del pueblo, que le cuenta que Manuel Medel se encargó de todos los detalles del entierro de Pablo. Lo único que falta es que ella firme los documentos para proceder.
Helena no sabe qué hacer. Coge el lápiz que le pasa el notario. Su mirada se detiene en el documento. Congelada sin saber qué hacer, la imagen funde a negro.