Juego de Niñas
Dariela Pérez Hernández
México
darielita8@hotmail.com
Soy Dariela Pérez. Estudié Literatura dramática y teatro en la UNAM. Trabajé haciendo teatro con jóvenes sordos. En esos andares se nos ocurrió hacer un documental en video sobre seis jóvenes sordos, pero nadie sabíamos escribir un guión, así que tuve que aprender. Y como una vez me dijo un profesor de guión: mi deseo me traicionó y acabe en la escuela de cine estudiando guión y ahora lo único que quiero es ser guionista.
Sinopsis
En medio de un bosque, una niña (8) corre desesperada, no se le ve el rostro, sólo se escucha el sonido de su respiración y su corazón agitado.
En un salón de clase, muy pequeño, treinta alumnos de escuela pública de una colonia popular en la Ciudad de México, se preparan para escuchar a Carmela (14), de cabello largo y sin peinar que le cubre el rostro de niña pero que ya rebela una sensualidad salvaje.
Nerviosa pasa al frente del salón y cuenta que su papá vive en un barco ballenero en los mares congelados de Alaska y su fascinación por las Auroras Boreales.
Después de la exposición, Carmela causa curiosidad en Onne y Luzma, dos chicas precoces que les gusta maquillarse demasiado y usar senos postizos. Llevan a Carmela a un departamento abandonado que se usa como picadero de heroína, ahí Carmela ve en la pared un pequeño agujero y se asoma, ve a un a una niña fantasmagórica y llena de sangre pidiéndole ayuda.
Carmela es la única que la ve.
Carmela se ha vuelto rebelde y obsesiva con las auroras boreales y las anécdotas de su padre, a tal grado que es castigada en la secundaria y ahí conoce a Donovan (15) un niño graffitero del cual se enamora.
Carmela regresa con sus amigos y su enamorado al picadero, pero los chicos se van del lugar y las mujeres enojadas con Carmela la dejan encerrada. Ahí, Carmela vive momento espeluznantes y sangrientos de manos de la niña fantasmagórica.
Carmela pierde la razón y regresa a clase, donde es presa de las burlas de sus compañeros por el estado físico en el que se encuentra, en especial del Güero, Carmela enojada, toma un lápiz y lo entierra en la pierna del Güero.
Carmela es expulsada y el Güero promete vengarse.
Carmela regresa a su casa, y se encuentra con su mamá, una mujer de mirada triste, con un dolor que no ha podido arrancar de sí. La mamá le da un paquete que su papá les mando de Alaska.
Esa noche, pese a las amenazas del Güero, Donovan invita Carmela a graffitear, Carmela acepta y terminan en el picadero, ahí Carmela pierde su virginidad de manera traumática y alucina que Donovan está bañado de sangre, al igual que el techo y las paredes del lugar.
Carmela empieza a confundir la realidad con al fantasía, no sabe si las cosas que vive son reales o son producto de su imaginación, duda si su papá vive en Alaska y confronta a su madre, pero ella insiste en mostrarle y leerle postales y cartas del padre desde Alaska.
Luzma y Onne visitan Carmela en su casa, parece que son las mejores amigas, esa noche hacen un pacto de amigas, se hacen una perforación en el labio con un catéter y un arete.
Regresan al picadero, pero todo resulta ser una trampa de Onne y Luzma contra Carmela para que ella reciba su merecido por parte del Güero, quien llega y golpea a Carmela en el mismo baño donde fue zambullida por la niña.
Pero justo cuando Carmela está recibiendo el maltrato por parte del Güero la niña aparece y le da un picahielos a Carmela, así Carmela termina con las vidas del Güero, Luzma y Onne.
Después de estos sucesos Carmela recuerda el momento en que ella era la niña y su papá abusó sexualmente de ella, en un carro estacionado en medio de un bosque y después la abandonó, pero cuando regresa el papá a la media noche la niña ya atenía lista la trampa con la que asesinó a su papá.
Carmela busca a Donovan y se despide de él, diciéndole que se va por fin con su papá.
Carmela destruye los adornos de Alaska que hay en su casa y tiene otro flash back, en el que su mamá ofrece sexualmente a la niña al papá para que éste no la deje.
La mamá está dormida, Carmela y la niña echan Alcohol sobre de ella, la mamá despierta y se impresiona al ver a Carmela manchada de sangre y a la niña, las reconoce y acepta que ella ha sido quien envía las postales y los paquetes de Alaska con la intensión de crear un pasado distinto aprovechando que Carmela lo había olvidado, pero es tanto el odio de Carmela hacia su madre que le prende fuego a la colcha.
En medio de las llamas, la niña corre con su madre y la abraza reconciliándose con ella, sin embargo Carmela termina en un reformatorio para menores, sentada frente a una psicóloga y diciendo que: sí lo volvería a hacer. Todo por la verdad, hay que matar y morir por la verdad.
La psicóloga se queda congelada ante la respuesta de Carmela quien remata diciendo: me llamo Carmela y no soy un caramelo.